Colombia evoluciona de mal a peor
Así se rasguen las vestiduras quienes han estado en el poder manejando el gobierno de Colombia en los últimos siete años, la verdad es que en cambio de evolucionar a lo positivo como casi todos los países del mundo, el nuestro lo ha hecho en forma negativa. Muchos problemas sociales en cambio de solucionarse, han agudizado y cada día que pasa las esperanzas de redención son más lejanas. No descuento que pueda haber una cúpula de privilegiados que se hayan beneficiado ampliamente y que es por ellos que califican a todo el país.
El nivel de vida de los colombianos se ha deteriorado en muy altos niveles que comparativamente con otros países del tercer mundo nos señala que no vamos para arriba sino en barrena a velocidades incontrolables. El gobierno cada día quiere tener menos responsabilidad y compromiso con el pueblo colombiano y lentamente se deshace de sus obligaciones entregándolas al sector privado que solo busca interés económico.
Hoy hay más pobres que en 1998. También hay más desigualdad, más desplazados, más marginados. Sigue existiendo la guerrilla, se aumentó el narcotráfico, creció el paramilitarismo y la violencia campea en los campos y en las ciudades. La economía crece menos y los beneficios que produce aumentan la concentración de la riqueza. No hay distribución del ingreso, que disminuye dramáticamente. No hay más empleo, sino más desocupados y más rebusque, en las peores condiciones sociales.
Las gentes comprendidas en los estratos cero y cuatro, más del 75% de los colombianos, no vislumbran una situación holgada o cómoda para el cubrimiento de sus necesidades más apremiantes. No encuentran que el gobierno tenga con ellos un compromiso a fondo sobre los aspectos que inciden en su vida, sus familias y su destino. Están abandonados a su propia suerte. La otra Colombia de Andrés Pastrana nunca les llegó y la de Álvaro Uribe es cada vez más lejana y discriminatoria.
Ante esta hecatombe solo no quedan dos alternativas: el Partido Liberal o Polo Democrático.
El nivel de vida de los colombianos se ha deteriorado en muy altos niveles que comparativamente con otros países del tercer mundo nos señala que no vamos para arriba sino en barrena a velocidades incontrolables. El gobierno cada día quiere tener menos responsabilidad y compromiso con el pueblo colombiano y lentamente se deshace de sus obligaciones entregándolas al sector privado que solo busca interés económico.
Hoy hay más pobres que en 1998. También hay más desigualdad, más desplazados, más marginados. Sigue existiendo la guerrilla, se aumentó el narcotráfico, creció el paramilitarismo y la violencia campea en los campos y en las ciudades. La economía crece menos y los beneficios que produce aumentan la concentración de la riqueza. No hay distribución del ingreso, que disminuye dramáticamente. No hay más empleo, sino más desocupados y más rebusque, en las peores condiciones sociales.
Las gentes comprendidas en los estratos cero y cuatro, más del 75% de los colombianos, no vislumbran una situación holgada o cómoda para el cubrimiento de sus necesidades más apremiantes. No encuentran que el gobierno tenga con ellos un compromiso a fondo sobre los aspectos que inciden en su vida, sus familias y su destino. Están abandonados a su propia suerte. La otra Colombia de Andrés Pastrana nunca les llegó y la de Álvaro Uribe es cada vez más lejana y discriminatoria.
Ante esta hecatombe solo no quedan dos alternativas: el Partido Liberal o Polo Democrático.
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