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Se diluye el conservatismo en Colombia

El destacado dirigente conservador, Jorge Leyva Valenzuela, definió con exactitud qué está sucediendo en el país en materia política: “Lo que hay es una sed de poder personalista con una determinada visión sobre algunos temas específicos, pero no más”. Lo hizo en un escrito público reafirmando que es verdad que su partido está desapareciendo porque ninguno de sus dirigentes da la talla. El consuelo es la falsa premisa de que ellos “están gobernando” al actuar como escuderos del gobierno de Álvaro Uribe, no justifica la debilidad manifiesta del conservatismo.

Leyva Valenzuela en su análisis profundiza más y señaló que “Es más, la cosa es tan grave, que si en Colombia no hubiera guerra, habría que reinventar la política”. En el país ya no hay ideologías o posiciones de conciencia por parte de los “partidos” porque todo lo han convertido en “negociable”. El partido conservador negocia su apoyo por unos puestos para los hijos de los integrantes de la junta directiva nacional, unos contratos y eso llaman “estar gobernando”. El partido conservador no está gobernando, es un simple peón de briega, reemplazable en cualquier momento.

La falta de ideología y la entrega a otro partido por conveniencia o por simple “negociación” hace cada vez más grande la debilidad del conservatismo. Cree no se es fuerte cuando la ideologías se diluyan y son arrastrados al punto de creer que el Estado Social es una postura comunista, como piensa buena parte de los conservadores y algunos liberales uribistas. Que los derechos del hombre (humanos), también. Que el respeto de la dignidad de la persona es un pilar del Estado y no un poema de amor. Que los derechos económicos existen porque existe la desigualdad, etc.

En Colombia los matices políticos no existen. Los matices como sus ideologías se esfuman ante la posibilidad de un puesto burocrático. Se renuncia en secreto sin reato de conciencia y se está en posición contraria de forma tan simple como un bebé llora cuando tiene hambre. Es la verdad.

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