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Es mejor la honradez que la disciplina

No solo en los horarios deben cumplir los parlamentarios para decirle al pueblo colombiano que la misión a ellos encomendada en las elecciones está cumplida a cabalidad. Todos los que están en el senado y la cámara sin excepción salieron a la plaza pública a pedir el voto porque iban a trabajan en beneficio de las clases populares. Ninguno de ellos propuso que lo haría por los poderes económicos, políticos y menos en su propio beneficio.
El jefe del ejecutivo colombiano, Álvaro Uribe, como siempre ha querido, trata de inmiscuirse en los asuntos del congreso y manejarlo a su antojo y no como lo desean sus integrantes. Aseguró que “quiero ver al legislativo haciendo cinco plenarias a la semana, con las comisiones reuniéndose a toda hora y con un quórum completo desde el principio hasta el final de la sesión”.
No es asistiendo a mil sesiones y aprobando leyes que vayan en contra de las gentes de bajos recursos y en beneficio de la cúpula económica como se le va a considerar es un buen congreso. Cualquier colombiano se pondría feliz de esa institución si trabajan con sentido humano, social, de solucionarles los problemas a las comunidades y no produciendo leyes que los van a desmejorar como ha venido sucediendo en los dos últimos años.
La reelección la consiguen no actuando como títeres maniobrados desde la presidencia de la república, sin criterio propio. El presidente cree que es haciendo muchas reuniones como se consagran como buenos y eso no es verdad. El congreso es bueno si cumplió con sus electores siquiera en un 80% de sus promesas y hasta el momento no pasan de un 2%. Han hecho todo lo contrario.
Es igualmente falso que “un Congreso donde se respete a todo el que esté hablando, de un Congreso más disciplinado”. Para respetarse el congresista requiere estudio, carácter y seriedad con sus electores y con ellos mismos. Saber decir no a los sobornos con puestos y contratos, es mejor que ser disciplinado.

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