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La pobreza y el Parlamento colombiano

Los Parlamentos no pueden continuar siendo convidados de piedra en la búsqueda de salidas concretas a las grandes dificultades que afronta Colombia, su responsabilidad es paralela con el ejecutivo en el diseño e implementación de políticas públicas que coadyuven en sus soluciones. La pobreza, la discriminación y elitismo son situaciones que acorralan al 75% de sus ciudadanos. Pero, el grave problema del parlamento colombiano es la mentalidad de sus integrantes a quienes solo importa el poder y su posición política y económica. Lo demás les es secundario o superficial.

Un parlamentario común y corriente no se hace elegir con el propósito de servirle a Colombia y sus gentes, sino para servirse del gobierno y todos sus electores. No hay en la mayor parte de ellos conciencia social, eso es desconocido, ese es un tema para los discursos de campaña y que una vez posesionado es arrojado a la bolsa de las basuras. En la casi totalidad solo impera el Interés que puedan conseguir de las coaliciones y el CVY (Como voy yo). Hay algunos cuya posición y comportamiento raya en lo inmoral.

Gracias a la ineptitud y displicencia de las coaliciones mayoritarias, el 75% de los colombianos están en la necesidad permanente. Todo lo aprueban sin saber qué hacen por el simple prurito de que es un compromiso político o económico con el gobierno. No asumen su parte de responsabilidad social como aprobadores de leyes ¿De dónde han sacado que porque lo dice un ministro o el presidente tiene que ser beneficioso para los colombianos?

En estos días el Economista Argentino Bernardo Klisberg, asesor de organismos internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo, la ONU, Unesco y la Unicef, les acaba de sugerir “la urgencia que tiene Colombia de recuperar la política social, superar mitos que responden a una visión economicista y reduccionista del desarrollo que ha conducido a pobres resultados oficiales”.

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