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Desconfianza en el sistema electoral colombiano

Colombianos confían poco en el sistema electoral y tienen plena razón. Los escándalos son automáticos cada vez que es convocado a la escogencia de algún funcionario por elección popular desde el presidente de la república hasta el más humilde concejal de las regiones apartadas.

En un estudio sobre confianza en las instituciones democráticas, las elecciones y el Consejo Electoral ocuparon los últimos puestos junto con los partidos políticos Estas últimas son las instituciones en la que menos confían los colombianos (incluidos los partidos nuevos). Como es costumbre en nuestra cultura, el gobierno no aceptó su parte y responsabilizó automáticamente a los partidos políticos.

La Registradora Nacional del Estado Civil, Almabeatriz Rengifo, tratando de despreciar la calificación popular dijo que los resultados de la encuesta fueron influenciados por el fraude en la elección del Senado del 2002 y la polémica por el censo electoral después del referendo. La respuesta le quedó corta, porque además influyeron más de 300 situaciones irregulares donde aparecen con los políticos muchos funcionarios de la Registraduría.

El presidente del Consejo Nacional Electoral, Roberto Bornacelli, actúo diferente a la Registradora y reconoció la crisis del sistema y explicó que se debe, en parte, a un “código electoral obsoleto”, incompatible con la Constitución del 91, pues aún se habla de ‘papeletas’ en vez de ‘tarjetones’ y lo peor, no hay interés del gobierno para eliminar los procedimientos que permiten el fraude a los deshonestos. Hay proyectos pero muy lejanos.

La pésima calificación del sistema electoral colombiano está consignada en el informe “La Cultura Política de la Democracia en Colombia, 2004”, comisionado y financiado por la Agencia para el Desarrollo Internacional de los Estados Unidos (Usaid) y divulgado por la Fundación Buen Gobierno y el Instituto Nacional Demócrata para Asuntos Internacionales.

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