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Verdadera revolución popular

Una reforma agraria, sin la presencia de burócratas, políticos o leyes absurdas y contradictorias, tiene ocurrencia con marcado éxito en una alejada población santandereana del Carmen de Chucurí. Esta localidad está ubicada en la Serranía de los Yariguies, declarada recientemente como parque natural. Los campesinos la llaman “auto reforma agraria criolla” y no intervienen sino sus protagonistas y sus iniciativas.

Los campesinos acceden a la tierra a través de un plan de ahorro programado de manera colectiva durante un año y medio. Desarrollan por ejemplo, bazares, eventos deportivos, culturales, sociales para obtener recursos. A esto le suman el esfuerzo personal de cada cual ahorrando una determinada cantidad de dinero mensual. Todo va a un fondo que manejan ellos mismos sin intervención de ninguna clase persona diferente.

Cuando hay la cantidad suficiente entran en la etapa de negociación de tierras. Se trata de tierra que está en desuso. Luego de adquirida proceden a parcelarla y distribuirla entre las familias que integran el grupo. Se trata de parcelas que miden entre 8 a 10 hectáreas, terreno que creen es suficiente para el trabajo y el sustento de una familia. Los cultivos son muy variados.

Solo entra en juego la iniciativa de los campesinos. Ellos creen a pie junto que con trabajo solidario, base del viejo y auténtico cooperativismo desterrado del país por el Estado al convertirlo de solidario a “especulativo” como los bancos, pueden salir adelante. Ahora lo importante es que los dejen trabajar y no aparezca el gobierno estorbando su desarrollo con detestables normas sin vínculos con la realidad nacional.

Es admirable ver como ellos solos han conseguido su organización social, capacidad de negociación, soporte administrativo, acompañamiento técnico y espíritu de paz y solidaridad. 65 familias ya tienen su parcela en producción. Junto a sus cultivos sus viviendas. Eso si es revolución.

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